lunes, 25 de octubre de 2010

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Día de semana. Media mañana en Zapala.
Padre sale de su trabajo y se dirige a su hogar. Tiene que dejarle el auto a Madre para que ella realice unos trámites en el centro; lo que requiere conducir hasta casa y ser llevado nuevamente al trabajo.

No era la mejor mañana para Padre; había muchos pendientes urgentes esperando ser resueltos; y probablemente el hecho de tener que posponerlos momentáneamente y llevarle el auto a Madre no era lo más divertido del mundo.

Madre, por su parte, estaba teniendo un mañana alegre y llevadera. Es casi seguro que escuchaba su programa de radio favorito y tomaba mates cuando Padre llegó. Se habrá preparado rápidamente, y cartera en mano, se habrá sentado en el asiento del conductor para llevar a su esposo nuevamente al laburo.

Y claro, Madre venía risueña, contando historias y haciendo preguntas sobre la mañana de Padre, del que no podía sacar más que monosílabos y sonrisas de medio pelo, de esas que te hacen cuando en realidad no les importa lo que estás contando.

Entonces Madre mientras conducía, sienténdose ignorada, y en un arrebato de genialidad cómica del que sola ella era capaz, hizo la pregunta que resumía todas las emociones de Padre y que se convertiría en marca registrada entre mis compañeros al llegar semi-dormidos a la escuela:

"¿Y a vos qué te pasa que estás así, eh? ¿Te comiste un pickle, desayunaste un litro de vinagre o qué? "

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