domingo, 28 de noviembre de 2010

Comiendo.

Esta es una de mis favoritas. Y sin embargo hay algunos detalles que no me acuerdo: si estábamos cenando o almorzando, si el menú era asado o pizzas, quienes estaban exactamente en mi casa ese día. Pero en fin..

Mamá Alicia estaba sentada en la punta de la mesa. A su izquierda, junto al calefactor (como siempre ha sido su costumbre), estaba Papá Mario; y quien les escribe, estaba a la derecha de Mamá Alicia.
Era una comida familiar de esas lindas, seguramente estaban mis tíos, y la Manchi bajo los pies de alguien pidiendo con ojos grandes, algún pedacito de algo para comer. No hacía falta la tele para divertirnos; la charla y el compartir la mesa ya alcanzaban.

Pero claro, en un momento ocurrió lo que le da sentido a esta historia.
Mamá Alicia probablemente se quiso reír mientras masticaba, o simplemente tragó mal, porque la cuestión fue que empezó a toser con fuerza. Con mucha fuerza. Sin embargo la charla y las risas seguían, convencidos todos que no era más que un episodio de los pequeños, normales y pasajeros seudo-ahogos de Mamá Alicia.
Mientras tanto, ella seguía tosiendo cada vez con más ahínco, ahora con un fuerte color rojo en los cachetes y con movimientos de manos, intentando llamar la atención de Papá Mario.
Pero Papá Mario, sólo la observaba, como si intentara descifrar su lenguaje corporal, incompresible para él.
La tos iba en aumento...hasta que hijo menor Mauro reaccionó, y le acercó un vaso con agua, con lo que finalmente el ahogo se vio resuelto..pero no así otras cosas.

-Pero Mario!!! ¡¿NO VES QUE TE ESTOY PIDIENDO AGUA?!
-Pero!..pero!...cómo querés que te entienda si no me decís nada? 

domingo, 7 de noviembre de 2010

De viaje.

No me acuerdo muy bien hace cuántos años tuvo lugar esta historia, pero tengo la sensación de que fue hace varios.

Íbamos los cuatro en el auto; es decir, mamá Alicia, papá Mario, hermano mayor Paolo y hermano menor Mauro. Viajábamos a Buenos Aires a ver a la familia, y probablemente a festejar algún evento (evento que nunca faltan cuando tu papá es el menor de 13 hermanos). 
Por supuesto, no era lo más cómodo que uno puede esperar, porque el viaje es largo desde Zapala, pero nos la arreglábamos bastante bien.

En un momento paramos en una estación de servicio en Trenque Lauquen, típico pueblo de nuestra pampa húmeda. Como en ese entonces nuestro auto tenía GNC, nos teníamos que bajar todos en la estación. 
Hermano menor, ni lerdo ni perezoso, aprovechó que mamá Alicia se fue a comprar, y antes de que volviera, se sentó en el asiento del acompañante, donde estaría más cómodo. Papá Mario se sienta, se pone el cinturón, y arrancamos nomás. Salimos de la estación y seguimos nuestro camino por ruta 5. 

Curiosamente sólo habíamos hecho 200 metros cuando el error garrafal de papá Mario salió a la luz. Y claro, lo comprendo, lo confundió el hecho de yo me hubiese cambiado de lugar. Porque la cuestion fue que hermano mayor, con toda naturalidad, hizo su comentario más acertado en años, que desencadenaría una  seguidilla de acciones que casi eran la misma cosa: bajar la velocidad, frenar, mirar para comprobarlo, dar la vuelta, volver a la estación, encontrar a mamá Alicia, verla con su pequeño monedero en la mano y su cara...su cara!. Y sí, el comentario fue:

"Che Pá...falta la Má".

Dejaré a la libre imaginación del lector la escena en la que mamá Alicia vuelve a subir al auto.