miércoles, 20 de mayo de 2009

RECORDANDO.
"... La liberación debe realizarse en todos los sectores en que hay opresión: el jurídico, el político, el cultural, el económico y el social. Esto es comprobación que el Evangelio, el cristianismo, la religiosidad, forzosamente debe influir en la sociedad, en la 'polis', en las estructuras, en las instituciones, en una palabra: en la política.
Dicen que esta es una Catedral política. ¿Qué entenderán de política? Sólo lo dirán los ignorantes de la fe que profesan, y los que temen que los cambios afecten su situación de privilegio".

La iglesia en Neuquén estaba verdaderamente como Don Jaime decía “con un oído en el pueblo y otro en el evangelio”, pero ese oído, que suponemos izquierdo, casi sordo del clamor popular, tenia una oreja muy, muy grande.
Las puertas de aquella catedral siempre estuvieron bien abiertas para atender cada problema de la comunidad y bien cerradas a los requerimientos de la dictadura sedienta de sangre combativa. Don Jaime nunca midió riesgos y nunca se manejo con los límites que la iglesia-institución, sorda, ciega y muda, recomendaba.
En democracia y mientras la salud lo acompaño estuvo en cada marcha, toma, olla popular y huelga. La incumbencia religiosa era tan amplia como la pobreza y la injusticia fueran, a tal punto que no permitió que las obras de la catedral de Neuquén se terminaran mientras existiera hambre en los barrios.


Don Jaime Fransisco de Nevares (29 de enero de 1915- 19 de mayo de 1995).

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